Arequipa bonita

Vuelvo a Arequipa, la ciudad blanca. A la tierra en la que se puede salir a juerguear a morir con 10 soles en el bolsillo, del Misti, del queso helado, de la rica comida, de la musica infinita, del momento divertido. Del Café Valenzuela a las 6 de la tarde y del chupe de camarones luego de la resaca.

Al lugar donde conviven el frío intenso del Colca que nos dejó paralizados y el sol efervescente de Camaná que alberga la improvisada discoteca que reemplaza al Cangrejo. La tierra de la gente linda, del anisado y del adobo, de la primera vez que sentí mariposas con un beso.

De mis vacaciones infinitas, mientras limpiaba la casa escuchando Pandora y cocinaba berenjenas. De mi inútil trepada al Misti con brazo luxado incluido. De la FIA y la primera vez que vi a Babasónicos, y del jonca que te podías tomar en una sola noche. De los grandes amigos. De la mamá y las hermanas adoptivas que me hacían trenzas antes de dormir. De los buenos recuerdos. De la recarga de energía infinita. De los eventos extremos.

Siempre hay una razón para volver a Arequipa. 3 años después la encontré y me doy el tiempo para justificarla. 3 días que serán gloria. La excusa perfecta. El reencuentro con todos uds. Y a los novios, que sean felices por siempre, no pongan tanto metal, queremos más merengue, salsa, reggeatton y haaarto trago como los viejos tiempos en la ceremonia. Los quiero. Arequipa siempre será mi engreída. Solo 1 semana nos separa de vernos de nuevo. No tienes idea de como te he extrañado. Gracias Lan (ya sin papi) como siempre.

C.