Mi poeta favorito acaba de morir, una enorme tristeza invadió la mañana, aunque ya no existe desde ayer. Ahora a quién tendré que acudir cada vez que el lapicero me sea ingrato y necesite algo en el papel que entienda como me siento, como un cómplice, producto de la coincidencia, desde el pensamiento hasta el subconsiente, ese cómplice anónimo, observador de mis emociones, que sin saberlo, puede transformar mi no lenguaje, en un pequeño autosecreto, que compartimos, mi mente, mis sensaciones, y sus palabras.
Su poema más famoso, pero no necesariamente el mejor, será quizá el recuerdo que más les quede a ellos que no lo siguieron, y aquellos que lo leeremos hasta el final, sabremos que Benedetti seguirá estando cada vez que necesite(mos) un la discreción de un secreto, entre sus palabras, y mis otros yo.
C.
1 comentario:
Toka, lo sé... igual yo cuando me enteré. Tan raro como natural saber que nuestra poesía, la que escribió nuestro adorado Mario... siempre estará en papel, en internet... en nuestra complicidad.
Buu
Besos,
KT
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