Hoy es el día de la mujer. Según la historia en este día se conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo integro como persona. Luego de un almuerzo gratis, pastelitos, saludos y felicitaciones por todos lados, encontré este poema de mi siempre bien amado Mario Benedetti que quiero compartir para celebrar la esencia de ser mujer. Y es que ser mujer es difícil. Madres, ejecutivas, humanas, hijas, hermanas, amigas, confidentes, enfermeras, maestrias, arpías, locas y adorables.
Todo esto lo hacemos, todos los días, sin perder la delicadesa, la sonrisa, las ganas de vivir y el empuje que nos caracteriza. Porque somos fuente, porque somos soporte, porque somos las que dan vida, ser mujer es algo que merece ser celebrado cada segundo que respiramos, en cada mirada que brindamos y en cada carcajada sonora o discreta que interrumpe el ambiente.
Todo esto lo hacemos, todos los días, sin perder la delicadesa, la sonrisa, las ganas de vivir y el empuje que nos caracteriza. Porque somos fuente, porque somos soporte, porque somos las que dan vida, ser mujer es algo que merece ser celebrado cada segundo que respiramos, en cada mirada que brindamos y en cada carcajada sonora o discreta que interrumpe el ambiente.
Si Dios fuera mujer
¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.
Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.
Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.
Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.
Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.
¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.
Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.
Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.
Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.
Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.
C.
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