jueves, enero 13, 2011

Calentando motores en Cuzco.

Me doy un tiempo para escribir, luego de días intensos. Bajé del avión y me metí de cabeza a todo lo que tenía que hacer. Vamos bien, es agotador, pero seguimos, hasta el final. Me levanto al alba y me muero de sueño desde las 8 de la noche. Todo sea por un futuro mejor (no hay lonche gratis evidentemente).

Empezamos bien el año, el año de la construcción, luego de un año de experimentos. Me fui a Cuzco para recibirlo. Casi una semana. Regrese media enferma, con menos peso, pero con todas las ganas de empezar un ciclo más en el que concretamos metas.

A fin de año decidí meterme a meditar, armonizar mis chakras, implementar yoga, flores y limpiar resacas emocionales y restos no deseados en mi historia. Quemar las cartas que ya no te sirven. La última vez que hice eso, terminé atorando el baño de visita, pero bueno, es un simbolismo. Fluir se intenta. A veces necesito setralina para evitar la reabsorción de las experiencias no gratas. La información pasa sin baches por las dentritas hasta llegar a la página de nuevas vivencias grises.

Me encanta viajar. Me encanta todo el proceso de comprar el pasaje, (Gracias Visa, gracias LAN, gracias por el canje de vuelo) ver que poner en la maleta (si, me gusta hacer maletas), calcular presupuestos, objetivos del viaje, candados y llegar al aeropuerto. Como me gustan los aeropuertos. Debe ser la costumbre que me dejó mi papá, por algo somos familia. Correr sin zapatos para que el censor no suene. Odio usar zapatos, pero siempre ando con tacos. Sentarme a ver las cosas carísimas (dutty free tú dices) e intentar hurtos frustrados de revistas. Abordar el avión y ver como todo se hace chiquito. Vuelos cortos de preferencia. No gusta la comida del avión, pero según el nutricionista algo hay que ingerir 4 veces al día alimento. Ni modo.

Llegué a Cusco el 28 en la tarde. Día de los inocentes, pero no era una broma. Llovía mucho. Srta... A...Nioli y Julio no se qué. Vengan acá, acá también los esperan. Vale. Luego del chote ahora se pelean por nosotros. Nos vamos al Pirwa, suena acogedor.

Llegamos. Me recibe un calzoncillo. Esto de ir a hostel de backpackers es toda una aventura. Nunca sabes que clase de roomie te va a tocar o en que cama morirás.... o si un calzoncillo te va a recibir. Es una locura. No hemos almorzado. Tenemos hambre. Vamos a dar vueltas. Como abunda el retail en esta ciudad. Vamos a cenar, morimos de hambre. Viene la gente. los hombres ahora se demoran una vida, ni las mujeres tomamos tanto tiempo. Ineficientes. Sino como ahora voy a moder el pavimento, o agrediré a alguien, no es una broma. Llegamos a una pizzería, devoramos todo. La comida no es muy buena, pero es lo que hay. Luego hay danza y a dormir. Estamos agotados. Hay puros hombres en mi cuarto. Se asustan al ver a una mujer. Ni me dirigen la palabra.

El miércoles empacamos para ir a Machu Picchu. Llegamos a Aguas Calientes en la noche. 4x1 happy hour rezan todos los bares. Sin embargo, todo cierra a las 11. No queremos alcohol para que no interrumpa nuestra resistencia mañana. No hay nada. Primera vez que me encuentro con el brasilero. Todos los conocen así, deambula por todo Cuzco con un gorro de navidad. Encontramos un puesto de comida en la calle. Es lo único que hay. Rezamos para que la altura y la procedencia no corten la digestión.

Al día siguiente nos levantamos a las 7. Vamos a Macchu Picchu. Prefiero dormir que tomar desayuno. Vamos, nos dirigimos al ombligo del mundo, al centro de energía. Llegamos al bus. La Municipalidad es impresionante. Parece un edificio gringo, imponente. Gracias INC por tu extraña inversión.

Llegamos a Macchu Picchu. Se ve todo nublado, no podemos tomar bien la foto de la postal. Las nubes nos persiguen. Diluvio, me resbalo, me atrapan en el aire. Seguimos. Esto es peor que una ducha. Mira ahí hay un refugio! Dejamos los paraguas en el hotel. No pensamos que pasaría esto. Vuelve el sol, nos secamos. Seguimos. Podría vivir ahí. Me pregunto si retrocedo en el tiempo, me rentarían un cuarto. Es simplemente indescriptible la sensación del lugar. También es alucinante escuchar la mezcla de idiomas. Japonés, inglés, francés, portugués... gente viene hasta de Nueva Zelanda. El misticimo, la belleza y lo increíble hace que todo el mundo se rinda a los pies de esta ciudadela. Yo creo que los Incas eran extraterrestres, es increíble tanta perfección de forma artesanal. ¿O será que los españoles destruyeron todas las herramientas? Sea la teoría que sea, alucinante. Gracias vieja por las tabas. Botas de trecking. Todo se mojó menos mis pies. Tú siempre me cuidas. Son las 4 de la tarde. 8 horas y no queremos irnos. Pero el estómago grita y ya tenemos que partir. Chau lugar hermoso. Rezamos un poco, por los que lo pidieron y los que lo necesitan. Para los que quieren y nos quieren.

Volvemos al hotel. Encontramos una familia colombiana buenísima onda. Hasta nos dan trago y manzanas. Salgo a la calle a pasear y me encuentro a Mimi por primera vez. Nos vamos todos en el mismo tren para Ollantaytambo y luego back to Cuzco. Ya es 30. Logramos ir en el último tren. Jugando a decir 100 cosas peruanas, hasta quedar dormidos, logramos pasar el viaje en una situación un poco incómoda.

Llegamos al pueblo de la nada la madrugada del 31. Como carajo llegaremos a Cuzco nadie lo sabe. Es muy tarde y ni una alma nos alumbra. No hace frio, quizá tengamos que acampar en la plaza y esperar que los lugareños se apiaden en la mañana. Como 1 hora después encontramos un buen samaritano que nos devuelva. Nos lleva hasta Urubamba. Perdidos again, luego otro nos lleva a Cuzco por fin. Son casi las 3 am y recién llegamos. A dormir que mañana es año nuevo.

El 31 se hace un poco de turismo. Puka Pukara, Sacsa, Quenco y alrededores. Volvemos, hay que hermosearse para correr por la plaza. El brasilero aparece por segunda vez. Año nuevo en Cuzco es una experiencia indescriptible. Es un locón. Es pasar año nuevo con extraños luchando por tu vida para que no te revienten cuentes en las extremidades. Es beber en la plaza hasta que salga el sol. Todos se ponen muy cariñosos. Año Nuevo en la plaza. Místico, energético. Calzones rojos, champagne, ron y whisky. Feliz 2011 y que sea totalmente venturoso. Vuelvo al hotel y celebro hasta que sale el sol. El primer amanecer de este año lleno de esperanzas y de deseos formulados en susurros.

No quiero levantarme de la cama, la resaca me va a consumir. Ese día mi estómago cambio. Supongo que sigo purgando mierda acumulada. Resacas emocionales y suciedades. Casi no como desde ese día. Mimi y su novio aparecen por segunda vez. Benditas coincidencias de este universo loco bajo la tierra del sol. Vamos a Coricancha. Hay una exposición de juguetes y pinturas en el segundo piso. Cualquier parecido con la realidad no es culpa de mi dislexia. El arte es tan hermoso, siento que lo cura todo. Siento que abraza el alma como una madre y limpia las heridas hasta que dejan de sangrar. Luego las cose y las besa hasta que cicatricen. Aunque la esperanza y la ciencia nos fallen el arte siempre sobrevivirá. Debo pintar más este año. Hay que crear.

Al día siguiente me voy al Valle Sagrado. Que calor, que sol, que todo. Mujeres y shopping son sinónimos. Por que las nenas decidieron comprar plata con tarjeta de crédito llegamos a la casa de los suegros del vendedor y perdímos el bus. Un taxi para perseguirlos Llegamos al control a ver más del tour. Pisac es increíble. Viento y lluvia. Mimi aparece por tercera vez. Vuelvo a escuchar muchos idiomas. Que orgullo, es que estamos de moda pues. Almorzamos en Uurubamba. Es un sauna, podría ponerme un bikini y tomar sol. Esto es peor que Máncora. La comida sigue sin gustar, pero la compañía es muy buena. Seguimos avanzando. Ollantaytambo nos espera. Subimos las escaleras como profesionales. Gracias Gym por darme este físico y la disciplina para sacarme el ancho y no quejarme en el camino. Gracias spinning por fortalecer mis piernas y proteger mis rodillas. Luego llegamos a oscuras a Chincheros. No hay nada, pero termina el viaje. Varios vuelven y yo aún me quedo un día en la ciudad. Más pizza, más chatarra, más nada. La comida de despedida con varios.

El último día en Cuzco. Visitamos los conventos, San Blas, turismo local. Hacemos las compras. Es el día en que peor me siento, debe ser la nostalgia. No puedo con el dolor. Terminé la última comida a duras penas. A levantarse temprano que es tiempo de volver a Lima a la rutina. Esta noche será tranquila, vamos a dar una vuelta por el bar. Al toque no más pe se convierten en horas de anécdotas, alcohol, historias y varios juegos de UNO. Puros hombres y yo. Es parte de mi rutina. Finalmente nos despedimos. Tenemos que estar en el aeropuerto en 4 horas.

Llegamos a mi adorado aeropuerto. Avanzamos rápido. El último de los 400 mates de coca que bebí se aloja comadamente en mi maltratado estómago. Adiós Cuzco, adiós vacaciones mágicas, adiós tiempo. Me siento en el 9A y simplemente fallezco al lado de la ventana. Abro el ojo de nuevo. Llevo un polo de Mamacha perucha, pero ya volví a ser citadina. Estoy bronceada. Bajo a mi adorado Jorge Chávez y espero al Sr Angel que me trasladará de vuelta a la realidad. Lástima, no me quería ir, pero tampoco quedar.

Volví a la chamba. Volví a la rutina. Volví a mis planes de este año. Es la primera semana de la intensidad y faltan como 12 más. Recién empieza y yo solo espero que el orden, el trabajo, el estudio y las vitaminas hagan su trabajo.

Así empezamos el 2011, año de construir, año de alcanzar, otro año de cambios a mi ya agitada vida.

C.


1 comentario:

Karla Ticona dijo...

te deseo lo mejor del mundo toka! te quiero! :D