domingo, julio 25, 2010

La eterna optimista

Incluso cuando la esperanza y la ciencia nos fallen, el arte sobrevivirá.

Incluso cuando el trabajo me agobie, el aire acondicionado me atosigue, y la formula no corra, podré tomar un papel y dibujar un rostro.

Incluso cuando el momento haya sido malo y mi mal humor reine, podré viajar por otros universos y buscar una pintura inexistente para superar el hecho.

Incluso cuando termine golpeada, podré caminar en medio de la humedad y observar como los colores de los parques en un marco de cielo gris dibujan una sonrisa.

Incluso cuando la desesperación invada y la voluntad titubee, mamá me regalará un lienzo y muchos pinceles acompañados de acrílicos para poder usar el color como terapia.

Incluso cuando me rompan el corazón y termine en llanto, la inspiración me servirá para poder pintar el fin del duelo.

Incluso cuando mis ganas se agoten, la energía se consuma, los ojos se desmayen y el suero invada las venas, podré mirar en la pared mi obra abandonada.

Incluso cuando delire por excesos de morfina por dolores, podré ver los colores de mi próxima obra entre alucinaciones.

Incluso cuando la ciencia de la economía no resuelva mis supuestos y el llanto invada la frustración, podré dibujar en servilletas la misma mujer, la que inventé.

Incluso en los cambios pentapolares, en las miles de emociones, en los miles de momentos y anécdotas, el blanco y negro del contorno del gráfico se hacen presente en una figura.

Incluso, en los delirios de alcohol, en las burlas grotescas, en las risas cómplices, en los enfrentamientos y en las miradas compartidas con mi quería jauría. Al menos una siempre pide un dibujo.

Incluso, al lado de mi ventana, en la puerta de mi cuarto, en la mesa de noche, en los pasillos de la sala. Hay una imagen, producto del baile que hace mi mente, el lienzo, mis manos y el pincel.

Incluso cuando esperanza y la ciencia nos fallen, el arte sobrevivirá.



C.

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